EL MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO
Pánico escénico, miedo a hablar en público, fobia oratoria son diferentes versiones del terror que experimentan muchas personas ante la posibilidad de enfrentarse a un auditorio. Miedo a ser observado, a sentir o manifestar signos de ansiedad, a no ser competente, a promover la crítica y evaluación negativa, al rechazo social… son nuestras mayores pesadillas. Un dicho que circula por la red afirma que el cincuenta por ciento de los oradores tiene miedo a hablar en público y que el otro cincuenta miente…
El pánico escénico hay que combatirlo o controlarlo, esa es la gran pregunta que se formulan todos aquellos que en un determinado momento deben dirigirse a una audiencia. Indudablemente, tenemos que controlar el pavor escénico, convivir con él, reducirlo a una pequeña dosis con la que cohabitar. Un poco de tensión es buena, libera adrenalina, proporciona energía, da fuerza. La obsesión por combatir este terror lleva a convertir esta meta en una terrible carga difícil de sobrellevar. El miedo es un terrible señor pero un valioso esclavo, leí en una ocasión.
Numerosos estudios americanos y europeos sitúan el miedo a hablar en público en las primeras posiciones de nuestros mayores temores, habitualmente la primera, por delante de los problemas financieros o la muerte, emplazada asombrosamente entre la cuarta y séptima posición.
Es necesario distinguir entre Deimos y Phobos a la hora de tratar esta importante cuestión que abordamos.
El miedo sano, Deimos, libera la adrenalina que nos estimula ante nuestra exposición, aporta ese toque de tensión, esa energía extra que te obliga a esmerarte, a captar la atención del público y te introduce en el papel que te toca representar consiguiendo hacer relegar ese pánico inicial a un papel episódico.
Phobos es el miedo paranoico, irracional, perjudicial que te hunde más en el pozo de la desesperación ante tu reto de hablar en público. En la mayoría de los casos, la angustia que estamos padeciendo ante nuestra futura intervención está amplificada por el sentimiento que nos embarga de fobia; es mucho mayor de lo que realmente y efectivamente es esa situación en sí. Phobos exagera y distorsiona la realidad.
Esa pequeña dosis de miedo sano que tenemos ante la idea de realizar una exposición pública nos va a llevar a prepararnos adecuadamente, a cumplir los objetivos y expectativos que nos hemos marcado de cara a nuestra disertación.
Además de numerosas técnicas que nos llevan del pánico al placer escénico (y que trataremos en otro momento) existe tres importantes pasos que colaboran en gran medida en este objetivo:
Paso número 1. Yo quiero hablar en público. No me veo obligado, me siento comprometido. No, yo realmente quiero hablar en público. Mi intención, mi objetivo positivo por el que voy a luchar es hablar en público. De motu proprio. Mentalizarse y aplicar la visualización positiva en esta meta es fundamental.
Paso número 2. Me documento, estudio, adquiero conocimientos sobre el tema del que voy a charlar. La preparación elimina parte del miedo que nos provoca la futura disertación.
Paso número 3. Practico, practico, practico y sigo practicando. Esta práctica, relaja, disminuye el estrés. Facilita igualmente que el miedo se reduzca.
Un proverbio chino defiende que un largo camino se comienza dando un primer paso.
¡Disfruta de tu caminata¡
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