Eres un ángel
Eres un ángel fue el piropo que me dedicó, hace escasos días, un colega argentino. Estoy totalmente convencida que mi apreciado amigo desconoce la grandeza del piropo que me ha dedicado. Le concedo esa calificación tan extraordinaria por el cariño que le tengo a esa expresión; cariño provocado, posiblemente, por la utilización que hace una de mis hijas de ella cuando quiere referirse a una persona buena y maravillosa. Es el apelativo más amable, dulce y generoso que le puede dedicar a un sujeto digno de elogio.
Este afecto que le profeso puede provenir, igualmente, porque siempre he considerado a los seres celestiales, protagonistas del halago en cuestión, honorables ejemplos de imitación, infatigables cuidadores de sus protegidos, leales guardianes de la integridad física y emocional de los creyentes.
Sea cual fuere el encomio elegido, siempre muestra de admiración, demostración de afecto o alabanza, debemos realizar un esfuerzo para no reprimirnos en su dedicatoria y expresarlo con la mayor frecuencia posible acompañado, como no, de una fascinante sonrisa.
Desde pequeños hemos escuchado que las reprimendas deben realizarse en privado y las alabanzas en público. Sin embargo, vivimos una época en la que la comunicación está distorsionada, es incompleta o, lamentablemente, está ausente. ¿Qué mejor manera de comunicarnos que expresar un apelativo afectuoso y cortés a tu interlocutor cuando sea merecedor del mismo? ¡No los reprimamos!
Vosotros, ¡sois mis ángeles!