«ALGUNOS» ERRORES DEL DISCURSO
Mucho se ha hablado sobre los principales errores que cometemos a la hora de exponer nuestro discurso. En otro momento centraré mi exposición en los puntos clave a resaltar, hoy quiero dedicar estas líneas a resaltar “algunos” desaciertos que cometemos con la única, y honesta, intención de ayudarnos a reconocer nuestras debilidades para así poder convertirlas en fortalezas. Conocer un problema es el primer paso para resolverlo.
Sin pretender ofrecer una exhaustiva “lista de fallos” me atreveré a citar los más frecuentes, e imperdonables…
- La ausencia de ensayo encabeza el listado. Toda charla debe ser minuciosamente preparada y ensayada para asegurar el éxito de nuestra intervención.
- Iniciar la disertación con una disculpa. No es justificable la falta de preparación, conocimientos o habilidad oratoria como tampoco lo es tratar de interaccionar con el público recurriendo a un humor imprudente, absurdo o inoportuno.
- Hablar sin decir nada. No respetar las premisas de concisión, claridad, brevedad, interés…
- En la misma línea, desarrollar una introducción insulsa, irradiar apatía, frialdad o desinterés. Son claros síntomas de la poca importancia que le otorgamos a la labor que estamos realizando.
- Velocidad del habla inadecuada. Tan malo es hablar muy despacio como hacerlo muy rápido. La velocidad aconsejable es aquella con la que el orador se sienta cómodo y la audiencia pueda seguir la disertación sin esfuerzo.
- Desatender el lenguaje gestual y paraverbal. Limitarnos a recitar nuestro discurso sin acompañarlo de gestos que lo apoyen ni acompasarlo con el tono, entonación, ritmo y silencios adecuados.
Esta lista de desaciertos o fallos se irá incrementando pero, antes de ellos, relataré en el próximo episodio quiénes deberán ser los protagonistas de nuestra charla…