PRUDENCIA, SEÑORES, PRUDENCIA
Habla de lo que sepas y hasta donde sepas. Insisto, habla de lo que sepas y hasta donde sepas.
Cualquier persona que haya asistido a alguno de mis cursos, charlas, clases, conferencias, etc., o participado en conversaciones, públicas o privadas en las que me encontrara presente, en las que el tema tratado fuera el noble arte de la conversación; las cualidades que deben presidir el diálogo; las premisas sobre las que se asientan las opiniones, en muchas ocasiones tan osadamente vertidas; o, la cautela con la que deben emitirse los juicios, en su mayoría acusatorios e infundados, me habrá escuchado pronunciar este consejo en múltiples ocasiones. No me cansaré de repetirlo: habla de lo que sepas y hasta donde sepas.
No admito, y soy consciente de la dureza de mis palabras, que el desánimo, el abatimiento, el aburrimiento, el pesimismo, la precaria situación económica, la falta de oportunidades laborales, el triste y pobre régimen alimenticio que siguen miles de ciudadanos, el hacinamiento que se produce en pocos metros cuadrados para dar cabida a numerosos miembros de la misma unidad familiar, la ausencia de ocio (por carecer de financiación), y muchas otras cuestiones, todas ellas amargas y penosas, generen un panorama desolador en el que todo vale. No señores. No todo vale, en absoluto.
Opinamos sobre todo y sobre todos con independencia de nuestro conocimiento, formación, experiencia o cultura. Nos erigimos en jueces y señores que valoramos, juzgamos, aseveramos, criticamos y castigamos sin piedad y sin fundamento. Todos sabemos de derecho, de protocolo, de economía, de… y con total impunidad, mucho desconocimiento y poca vergüenza, dictaminamos y sentenciamos.
Ya está bien!!
Paremos esta locura que nos envuelve y arrastra hacia un barrizal estéril y desconsolador que nada bueno aporta. Arrimemos el hombro y pongámonos en marcha y en vez de tanto lamento, tanta crítica destructiva, tanta intolerancia, tanta inflexibilidad y tanto juicio popular esmerémonos por recuperar la esperanza en nuestro futuro y la confianza en nosotros mismos.
Atraigamos nuevamente a nuestras vidas la cordura, la tolerancia, la discreción, la sensibilidad, el respeto, la humildad, el sentido común, la ilusión, la amabilidad, la sencillez y la fe en que conseguiremos todo aquello que nos propongamos.
Convirtámonos en el soporte de nuestros sueños!
A trabajar, señores y, prudencia, mucha prudencia.