De brazos cruzados
Con frecuencia me preguntan si es correcto estar con los brazos cruzados en cualquier entorno o si la situación, el momento, las personas con las que te encuentres, etc, condicionan la respuesta.
Cruzar los brazos, o las piernas, es una forma de interponer una barrera con el interlocutor. Se suele asociar con rechazo, defensa, negatividad, agresividad o aburrimiento.
En principio, posar con los brazos cruzados tiene una connotación protectora para el sujeto que la practica. Sin embargo, interpretar aisladamente un gesto lleva a conclusiones erróneas al ignorarse el contexto en el que se practica, no evaluar su congruencia con el lenguaje verbal, infravalorar su consistencia o descartar las influencias culturales. Datos todos ellos necesarios para valorar el mensaje emitido.
Los gestos deben tener en cuenta los factores citados además de ser observados en grupos. Si una persona cruza los brazos, desvía la mirada o se muestra ajeno a la conversación, es lógico pensar que no se encuentra a gusto, está aburrido o tiene un mal día. Si, por el contrario, muestra interés, participa en la conversación y se fija en los asistentes, no hay que preocuparse porque en algún momento concrete se cruce los brazos por costumbre, descanso o comodidad. Varios gestos, y microgestos, emiten información de mayor relevancia que los brazos cruzados.