Dejar salir antes de entrar, ¿cosas del pasado?
Dar las gracias, pedir perdón, saludar cuando se llega a un sitio, dejar salir antes de entrar… Todas estas normas cada vez suenan al pasado a juzgar por lo poco que se utilizan en la actualidad.
Pero, el protocolo sirve para algo más que para parecer educado: para poner un orden; pues no me imagino un gran evento, con numerosas personalidades, que lleguen sin orden y sin saber dónde colocarse. A buen seguro que más de un tirón de pelos habría por el sitio.
La experta Mar Castro es una gran conocedora del protocolo social. De hecho ha publicado varios libros, algunos dirigidos a los niños y adolescentes para que aprendan a saber estar en cualquier lugar.
Una de sus publicaciones se titula Protocolo social para jóvenes, ¿cómo ayuda este libro a los padres?
Es un libro destinado, en principio, a los adolescentes que suelen leer los padres antes que los propios destinatarios. Saber este dato, por boca de muchos progenitores, me ha sorprendido y halagado. Es importante conocer las pautas de conducta recomendadas a nuestros jóvenes para, de esa forma, saber que potenciar y aplaudir.
En una sociedad donde cada vez hay menos respeto, ¿se puede decir que se ha perdido el protocolo social?
No para nada. El protocolo social es una disciplina muy amplia que abarca muchas materias: urbanidad, relaciones sociales, comunicación, imagen y etiqueta en la mesa.
Pienso que se han relajado, demasiado, las formas. La escala de valores ha cambiado: se potencia la libertad en la toma de decisiones y actos así como el individualismo; se ha producido una significativa pérdida de tolerancia que ha provocado una excesiva relajación en los patrones de convivencia, deteriorando ésta.
¿Cómo un joven se puede convertir en una persona valorada? ¿Cuáles son esas claves?
El mensaje que intento transmitir es que todo es más agradable, más saludable, conveniente y fácil si sabes cómo comportarte. Saber cómo realizar una presentación, cómo actuar antes situaciones naturales pero incómodas, como un ataque de tos o un escozor inoportuno; qué vestir para cada ocasión concreta; cómo poner en práctica la cortesía al teléfono o en un correo electrónico; qué temas de conversación tocar; qué aspectos a tener en cuenta a la hora de realizar una visita; cómo comportarse en la mesa o qué cubierto utilizar; cómo realizar un brindis y un largo etcétera, les da a los jóvenes pautas que les confiere la seguridad necesaria para afrontar muchas situaciones que los ponen en apuros.
¿Por qué la juventud cada vez muestra menos respeto hacia los demás? ¿Dónde está el problema: en los padres, en la sociedad…?
La falta de tiempo para disfrutar de la familia, provocado por el ritmo frenético de la sociedad en la que vivimos, ha provocado que muchos progenitores hayan depositado el peso de la educación de sus hijos en los docentes, lo cual es un error. Su labor es enseñar, la nuestra, como padres, es educar.
La realidad social que nos toca vivir en este siglo XXI tampoco es un gran ejemplo a seguir. Aún así, a poco que nos fijemos, observamos acciones que nos arranca más de una sonrisa. Solo hay que mirar detenidamente… y practicar con el ejemplo.
En este libro enseña cómo comportarse adecuadamente en determinadas situaciones, ¿cuáles son esas normas básicas de protocolo que todos deberíamos saber desde jóvenes?
Las normas básicas que todos debemos conocer y practicar desde niños se centran en el ofrecimiento de la sonrisa amparada en un comportamiento natural y amable; utilizar las palabras mágicas (perdón, por favor y gracias); llegar puntuales a las citas; ser escrupulosos con la higiene personal; realizar correctamente un saludo o una presentación; comportarnos adecuadamente en la mesa, en una visita o en la calle; dar un uso eficaz al teléfono y tratar de forma respetuosa a personas, animales y plantas.
En estos momentos con tanto desempleo, acudir a una entrevista es una gran oportunidad y a la vez un gran reto porque en función de cómo se comporte el candidato las posibilidades de optar al puesto aumentan o se desvanecen. ¿Nos podría dar algunas claves de cómo comportarnos ante una entrevista, desde el punto de vista del protocolo social?
La primera clave es tener claro que desde que se accede a las instalaciones de la empresa, en la que va a tener lugar la selección, estamos expuestos a observación y, por tanto, controlados y examinados.
Emplear el tratamiento adecuado con el entrevistador (en principio, el usted); no dirigir la entrevista; mostrar seguridad en uno mismo (el conocimiento de uno mismo, del entorno y de la empresa a la que queremos acceder, lo facilita); reformular de forma positiva preguntas que nos realicen así como provocar cuestiones a nuestro favor; emplear un lenguaje y expresiones correctas proyectan una imagen positiva de nosotros.
Desde el punto de vista de la comunicación no verbal, ¿qué gestos debemos emplear en las entrevistas y cuáles se deben evitar, para que esta oportunidad no se convierta en un desastre?
Sonreír, siempre que el momento y la conversación la propicien, favorecerá la imagen que se proyecte del entrevistado, reflejará una personalidad atractiva y una actitud positiva y comprensiva.
Prestar especial atención a los pies, los grandes descuidados en el lenguaje gestual. Son importantes suministradores de información y magníficos detectores de mentiras. Cerrar los tobillos muestra retraimiento y represión de una emoción; envolver un pie en la otra pierna, o en la pata de la silla, manifiesta timidez. Mantener los pies rectos y juntos se considera una postura formal y neutral.
Las manos acompañan al mensaje. La expresividad de una persona se concentra en su rostro y en sus manos. Si ofrecemos las palmas hacia arriba demostraremos sinceridad, confianza y sociabilidad. Si miran al suelo, emanan autoridad. Estirar el dedo índice se asocia al insulto o a acusación, crea malestar y animadversión hacia el interlocutor. Quitarse una pelusa imaginaria revela desacuerdo con lo que se está viendo o escuchando. Evitaremos tapar la boca o cualquier otra parte del rostro así como elevar demasiado las manos y gesticular en exceso.
Por último, es fundamental la mirada, tiene un gran poder cautivador y un marcado carácter comunicativo. Ofrecer una mirada profesional consiste en centrar tu mirada entre el triángulo formado por la frente y los ojos del entrevistador.
Otra de sus publicaciones se centra en el protocolo social para niños. Al respecto, uno de los principales problemas a los que se enfrentan los padres es en la calle, en un restaurante o en un lugar público, donde no pueden controlar a sus hijos. ¿Qué consejos les daría a los padres para que estas situaciones embarazosas con sus hijos no se produzcan?
Indudablemente, ser conscientes del comportamiento de nuestros hijos. Me explico, si nuestros retoños se portan mal, o de manera dudosa, en casa no podemos esperar que fuera de la misma sean un ejemplo a imitar. Con constancia y paciencia, debemos orientarles sobre el proceder más adecuado en cada contexto de modo que puedan interiorizarlo y aplicarlo espontáneamente, además de observarlo en nuestra conducta diaria.
En el libro dedicado a los menores, propone algunas actividades para fomentar la buena educación, ¿nos puede poner algunos ejemplos?
El principal método que podemos poner en práctica es el del ejemplo. Nuestros hijos nos imitan, somos su referente. Nuestras palabras son importantes pero nuestros actos, mucho más. Es fundamental que haya equilibrio entre ambos. Al ejemplo hay que acompañarlo con la práctica del noble arte de la conversación. Dialogar con nuestros hijos, interesarnos por sus amigos, preocupaciones, deseos o aspiraciones nos acerca a ellos.
Según me han manifestado en alguna encuesta que les he propuesto, saber que estamos ahí, que pueden contar con nosotros, les da mucha confianza. Muchos padres se sorprenderán al conocer que son partidarios de los límites y las normas, reconocen que les aporta seguridad.
La actual situación económica lleva a que cada vez los padres pasen menos tiempo con sus hijos. ¿Esta lejanía de los padres con sus hijos puede considerarse el principal motivo de que cada vez los jóvenes muestren menos educación?
Es, sin duda, una posibilidad. El ritmo de vida acelerado que vivimos nos induce a pensar que el poco tiempo que destinamos a nuestros hijos debe ser para disfrutar y no reprender, en caso necesario, lo que convierte la permisividad en la protagonista de la relación paterno filial. Deberíamos centrar nuestra atención es disfrutar de un “tiempo de calidad” con nuestros vástagos no “cantidad de tiempo” que no está reñido, en absoluto, con el mantenimiento de normas y pautas de conducta.
¿Qué consejos le daría a los padres para que aprovechen al máximo los momentos que están con sus hijos, para transmitirles esas normas sociales?
Pronunciar con frecuencia las palabras mágicas (perdón, por favor y gracias); saludar y despedirse al entrar y salir de un establecimiento; prestar atención a las personas que les rodean; ser tolerantes, respetuosos y amables; y, practicar el noble arte de la escucha, y la conversación.
En resumen, ser un ejemplo a imitar por su saber ser, saber estar y saber hacer.
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