Marca Pablo Iglesias
Pablo Iglesias ejerce de líder (aconseja, comparte éxitos, inspira entusiasmo y se preocupa por su gente) no de jefe (ególatra que ordena, suscita temor y presume de sus éxitos y acciones), postura que «levanta pasiones».
Ha creado una marca personal caracterizada por una “estudiada informalidad” que incluye camisas de colores claros (representativas de neutralidad, limpieza y honestidad), vestidas con las mangas remangadas a la altura del codo (muestra de sencillez y cercanía), pulseras (un guiño a lo que “no cambia”), perilla (estiliza su rostro) y cola de caballo baja (con la doble función de controlar el cabello y ofrecer una imagen pulcra y sobria).
Un político moderno y progresista con un lenguaje, estilo y poses singulares que huye de cualquier señal que le identifique con sus colegas veteranos y continuistas.
Persona con un gran control de sus emociones y una gran seguridad en sí mismo (en ocasiones, excesiva), reflejada en las posturas abiertas que adopta en sus intervenciones y el contacto ocular directo que practica con sus interlocutores.
Orador que domina la dialéctica y el lenguaje gestual. Conecta con sus posibles votantes empatizando con las protestas y demandas que formulan defendiendo postulados verosímiles expuestos en mensajes concisos, claros, concretos y coherentes que crean imágenes en las mentes de sus escuchantes.
El lenguaje de las emociones protagoniza su discurso, sencillo y eficaz. “Sí, se puede” es su lema, entusiasta y motivador.
Pese a la imagen de cercanía y sencillez que busca ofrecer en sus exposiciones públicas, en algunos momentos de su intervención asoman dos características que le distancian de su auditorio: excesiva auto-confianza, fácilmente confundible con prepotencia, y frialdad (mirada penetrante seria, rostro duro, gestos calculados al milímetro sin margen para la naturalidad, afirmaciones rotundas, etc.).
Sr. Iglesias, permítame un consejo: Sonría un poco más!!