El Discurso del Rey
Anoche presenciamos, repletos de múltiples expectativas, el primer discurso navideño del rey.
Fuente: Casa Real
No esperaba, ni deseaba, una mención expresa a las injustificables actuaciones de la infanta Cristina y esposo. No esperaba, ni deseaba, una alusión a los altos cargos imputados por distintos delitos. No esperaba, ni deseaba, una referencia a la negligente conducta practicada por un grupo significativo de representantes públicos.
Esperaba, y deseaba, escuchar (dadas sus funciones constitucionales) un acercamiento indirecto a la realidad, toda la realidad que nos rodea, que permitiera una interpretación de sus palabras desde distintas ópticas.
Empatía con los vulnerables, firmeza contra la corrupción, defensa de la unidad de España, y de los españoles, y seguridad y cercanía en su expresión oral y gestual caracterizaron a las palabras pronunciadas en su primer discurso navideño como Rey de España.
Un mensaje reforzado de forma permanente con el lenguaje de sus manos (que aportaban expresividad y realzaban su significado) y la siempre maravillosa sonrisa acompañando a los mensajes de esperanza (a los que dotaba de credibilidad). Un mensaje apoyado por una estética facial y personal cuidada y sencilla.
La puesta en escena respetó tradiciones consolidadas (el nacimiento, las imágenes de los miembros de la Familia Real y la bandera nacional) a la vez que introdujo elementos innovadores (una sala de estar cálida y un belén discreto).
El rey ha ofrecido un discurso pausado, pensado y practicado. Su majestad Felipe VI es un buen orador que perfecciona su técnica y habilidades expositivas a medida que avanza su reinado. Ha hecho un uso pertinente del lenguaje de las emociones.