Pasos de cebra, ¿detenerse o avanzar?
Con frecuencia comento con mis hijas acciones, comportamientos, actitudes, etc., loables o mejorables, que observo en nuestro día a día. Me gusta explicarles la razón o causa de las cosas, y qué sepan que existen motivos que justifican o sustentan una actuación.
“Porque si” o “porque no”, no son argumentos, o explicaciones, válidos.
Es normal observar dos situaciones contradictorias en el comportamiento de los peatones. En la primera escena, el peatón se para delante del paso de cebra y cuando los coches se detienen, éste (acertadamente) cruza la calle a la vez que levanta la mano para agradecer a los automovilistas, la cesión. Una muestra de delicadeza, exportable a muchas otras situaciones de nuestra vida.
En el segundo caso, el viandante llega al paso de cebra y, sin desviar la vista hacia el lugar de procedencia de los vehículos, atraviesa la vía. ¿Y los coches?… ¡Qué paren! Por supuesto, nada ni nadie a quién agradecer la parada…
Todos los paseantes sabemos que tenemos preferencia de paso en el escenario citado, y que los conductores deben dejarnos pasar cuando nos encontremos delante, aunque ello no garantiza que, efectivamente, los automovilistas cumplan esta norma a rajatabla.
Así que, por seguridad, paremos y comprobemos que podemos continuar camino sin peligros ni contratiempos y, por cortesía, agradezcamos con una sonrisa o un rápido levantamiento de mano, la delicadeza recibida.