Orador respetuoso, Orador respetado
No lo acepto ni lo justifico, ni siquiera le aplico condicionantes.
Me disgusta profundamente iniciar un texto con una palabra negativa, breve pero contundente –NO- pero es imprescindible que, en esta ocasión, la pronuncie bien alto.
Con demasiada frecuencia, asisto a cursos, charlas, conferencias, talleres, o cualquier otra forma de expresión, con hablantes o emisores únicos o múltiples, en los que el taco y la grosería protagonizan la comunicación.
Bastedad, simpleza, tosquedad, ordinariez, zafiedad, chabacanería, vulgaridad y algún que otro calificativo –igual de pésimo y desesperanzador- roban protagonismo a la auténtica estrella de la expresión: la emoción.
Contrariamente a lo que muchos oradores y docentes creen, emplear un lenguaje chabacano no te acerca a tu auditorio, todo lo contrario, te presenta como un profesional ordinario y tosco.
Una expresión oral eficiente, dinámica, atractiva e impactante demanda destrezas relativas al lenguaje oral y gestual: la sonrisa, las palabras empleadas, el estilo, la elocución, el énfasis, la entonación, las pausas, la posición frente al auditorio, las miradas, las manos, etc.
Un orador singular se caracteriza por la naturalidad en su saber estar y hacer, la humildad como carta de presentación y desarrollo, y la pasión como estandarte del respeto y amor que siente por sus disciplinas.
Acércate a tu público interactuando con él, interesándote por sus intereses, deseos y motivaciones.
Acércate a tu público contándole una historia que le atrape, le apasione y le sumerja en la narración.
Acércate a tu público empleando un lenguaje respetuoso, sencillo, preciso, directo, positivo, sincero y comprensible.
Acércate a tu público ofreciendo una intervención minuciosamente preparada, hablando de un tema que dominas y en el que crees.
Acércate a tu público mostrándote positivo y generando una impresión visual optimista.
Acércate a tu público cautivando con el lenguaje expresivo y riguroso de la mirada y las manos.
Acércate a tu público a través del entusiasmo que derrochas en tu exposición.
Acércate a tu público ofreciéndole un lenguaje oral y gestual respetuoso.