«Que estés enfadado con alguien no significa que dejes de quererlo»
El pasado lunes inserté una imagen con esta máxima en mi muro de facebook. Una máxima en la que creo firmemente, al igual que en todas las que publico, y que ha corrido como la pólvora entre mis contactos. (Os confesaré que me alegra profundamente que sigamos creyendo en el amor, en el cariño, en la amistad y en tanto bueno que tenemos a nuestro lado).
Con frecuencia olvidamos que somos humanos y, como tales, imperfectos ¡Gracias a Dios!, permitidme añadir. ¿Os habéis parado a pensar como sería un mundo en el que todos hiciésemos las cosas bien y jamás nos equivocáramos? Serio, programado, aburrido, carente de estímulos, sin imaginación…
Qué sería del noble arte de la disculpa, de la maravillosa sensación que sentimos al ser perdonados, de la siempre reconfortante reconciliación, del sentimiento de haber hecho lo que debíamos, de la tranquilidad que experimentamos cuando ponemos en práctica nuestros valores, de «lo liberador que resulta perdonarse a uno mismo» (sabias palabras de mi querida Cris), de tantas y tantas emociones positivas que nos inundan una vez reconocidos y enmendados los errores…
El ritmo de vida que llevamos, las influencias de familiares, colegas y amigos (que en ocasiones no lo son tanto), el día vivido en el trabajo, la incertidumbre que rodea muchos de nuestros deseos, la falta de confianza en uno mismo (y en los demás), la incapacidad de contemplar lo bueno en todo lo que nos rodea (solo hay que verlo y reconocerlo), la tendencia a crear pensamientos negativos cuando algo no sucede tal y como lo hemos previsto (o imaginado), el desánimo generalizado que nos embarga por la situación actual de crisis que vivimos y un largo etcétera, nos despoja de toda fe.
Nos equivocamos, si, pero también pedimos perdón; reconocemos los errores y actuamos en consecuencia. Nuestros actos, comportamientos y actitudes hablan por nosotros. Somos humanos y nos equivocamos pero también nos esmeramos por mejorar. Una persona muy especial me regaló un consejo que intento practicar en todo momento: “Haz siempre lo correcto”.
“El único hombre que se equivoca es aquel que nunca hace nada”. J. Wolfgang van Goethe. :-))