El efecto halo
Realizar un juicio, a partir de una cualidad de una persona o una única característica de un objeto, y aplicarlo de forma generalizada a la opinión o concepto que tenemos de ese sujeto o cosa se conoce como efecto halo.
El “halo effect” es un término acuñado por Edward Lee Thorndike a raíz de una observación realizada en el ejército, hace casi un siglo, al atribuir los oficiales unas singularidades afirmativas a sus subordinados al percibir una cualidad positiva o, por el contrario, asignar una aptitud negativa apoyándose en un aspecto perverso, fenómeno conocido como efecto halo negativo, inverso o diablo, “devil effect”.
Con frecuencia se presume inteligencia, seducción y simpatía a una persona atractiva, elegante o hermosa y, hostilidad o antipatía a una persona poco agraciada. La dedicación profesional también condiciona el concepto que nos formamos de un individuo. Observar un rasgo positivo puede ayudar a que se le preste menos atención a los negativos.
El efecto halo, basado principalmente en el atractivo con independencia de las competencias o habilidades poseídas, desempeña una poderosa influencia en la evaluación de las personas que nos rodean aun cuando el contexto y el afecto ejercen peso sin llegar a concretar los investigadores la relevancia de los mismos en la percepción humana.
Valorar a las personas en función de un rasgo sobresaliente producto de una primera impresión, modificable, puede provocar errores perceptivos e imprecisión en los juicios que emitimos. La política, el arte, la moda y, entre otros, la vida cotidiana se ven afectados por este fenómeno.