La técnica del espejo
Tendemos a imitar a aquellas personas que nos agradan, nuestra mente favorece la repetición de movimientos, actitudes, gestos y posturas, inclusive aquellas poco naturales, distinguidas o espontáneas. Una habilidad comunicativa, y reacción subconsciente, muy apropiada para el desarrollo de relaciones, que refuerza el vínculo entre los participantes en el diálogo. Una poderosa herramienta de integración, generadora de confianza que facilita el establecimiento de vínculos.
En un entorno profesional, es habitual que la persona que posea el estatus más elevado, o el líder de un grupo, sea imitado por miembros de menor jerarquía. Las mujeres somos más proclives a reflejar comportamientos de otra fémina que los hombres imitar a otros varones.
“¡Mírame! Soy igual que tú. Siento lo mismo y compartimos las mismas actitudes” (Pease, A. y B.: El lenguaje del cuerpo. Amat Editorial, Barcelona, 2006).
Rascarse ligeramente la frente, sostener la barbilla sobre una mano, cruzar una pierna, juntar las manos, adoptar la postura del cuatro (cruce de piernas, eminentemente masculino, que deja al descubierto la suela del zapato), ladear la cabeza, llevar una mano a la nuca o introducirla en el bolsillo, abrir los brazos, elevar las cejas, limpiar la comisura de la boca, mover repetidamente un pie o levantarlo, retocarse el cabello, acariciarse el labio, imitar la entonación o el tono de voz, hablar a la misma velocidad o sentarse en el extremo de un banco, entre otros, son ejemplos de sincronización.
Para muestra… 😉
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=1RqHkiPZchA