ANÁLISIS GESTUAL DE LOS POLÍTICOS
Esta semana participé, como experta en comunicación, en Vía V, de V TV, una tertulia de actualidad conducida magistralmente por Fernanda Tabarés que contó con la colaboración del abogado Pablo Arangüena, el catedrático de Derecho Constitucional Roberto Blanco Valdés, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela José Luis Barreiro, el profesor de Derecho de la Universidad de A Coruña Carlos Aymerich, y el periodista Domingos Sampedro.
Mi participación se centraba en el análisis del lenguaje gestual de los políticos. Artur Mas -en diferentes situaciones y celebraciones-, Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero, George W. Bush y, entre otros, Nixon y Kenmedy en el debate de los candidatos a la presidencia de EEUU, celebrado en 1960, fueron los protagonistas del análisis.
Aymerich y Barreiro hablaron de su etapa política y de la experiencia que tuvieron con asesores políticos. Muy mejorable…
El primero comentó que había recibido “algún curso acelerado de una tarde”. De los consejos recibidos tan sólo recordaba que “cuando te sientas, y llevas americana, la metas por debajo para que no te haga joroba … Y este tipo de cosas: mirar a la gente cuando le hablas, transmitir cuidado con los movimientos corporales, movimientos con las manos, muy calculados y repetitivos, asociados a los pertenecientes al partido”.
Barreriro reconoció que “fue absolutamente conducido en la primera foto que hizo en la política hasta el punto de que me pusieron unas gafas sin graduar para que mis ojazos se pudiesen ver en los carteles… ¡Aquella foto estaba absolutamente hecha por otros!”. Imagino que esta experiencia influiría en su decisión de no dejarse aconsejar por profesionales de la comunicación, imagen, etc.
Aludió a lo poco creíble que resulta un político “ordenado”, que asoció con una persona con “el pelo en su sitio, las gafas en su sitio, los movimientos en su sitio… ¡Sin personalidad!”
Personalidad y autenticidad fueron las loables y necesarias cualidades que deben caracterizar a un político, y que el politólogo atribuyó a Fraga y a Pujol, “absolutos encandiladores de masas y un desastre total en todos los órdenes y aspectos… ¡Pero los mejores en todo!”.
Me permití replicar a tan ilustre personaje que precisamente los consultores de comunicación buscamos la singularidad del orador, no un estereotipo a reproducir, la humildad como hilo conductor de la trayectoria política y la pasión por estandarte. A la vez que aconsejé, a todo político que quiera escucharlo, creer lo que dice y no leer los discursos. ¡Ni las réplicas! Apuntaron acertadamente algunos de los presentes.
Sonrisas, miradas, posturas, manos, gestos o paralenguaje influyen en la transmisión del mensaje que emitimos: convicción, persuasión, credibilidad, etc..
El objetivo de nuestra comunicación determina el lenguaje que empleamos, el tono, entonación y velocidad adecuados, los influyentes y necesarios silencios, el contacto visual que mantenemos -y la ausencia puntual del mismo-, los gestos ilustrativos que apoyan nuestras expresiones orales, las posturas más significativas, las sonrisas francas a ofrecer y la historia a narrar.
¡¡El conocimiento es poder!!