Habla, para que yo te siga
Hay determinadas formas de comportarse o de hablar que me conquistan irremediablemente y una de ellas, posiblemente la primera de mi lista de favoritas, es aquella que pone de manifiesto cuanlquier expresión de respeto y consideración hacia los demás, con independencia de sexo, edad, credo, ideologías, formación u otros factores.
Soy poco amiga de las generalizaciones, aún así, observo que es poco frecuente, en la época que vivimos, que un adolescente te ceda el paso, el asiento o el puesto en una fila; ayude a una persona mayor a cargar con sus paquetes; pida las cosas por favor; te trate de usted, etc. Pequeña muestra de las muchas situaciones que revelan elevada carencia de educación y de “saber hacer”.
Hace unos días, iba con mis hijas por la calle. Cuatro chicos estaban parados entre dos coches taponando el acceso a la acera a la que queríamos llegar. Mi sorpresa fue que no tuve que recurrir al truco que utilizo, acompañado de una amplia sonrisa y un tono de voz amable, cada vez que hay chavales entorpeciendo el paso: “¿chicos, me hacéis un sitito, por favor?”
Esta mañana estaba esperando en la cola de una institución municipal. La última de la fila era una señora mayor que anteriormente se había dirigido a mi para confirmar que estaba en el lugar correcto para atender su solicitud. Llegó un joven, su pregunta a la anciana:” ¿es usted la última?” logró que le mirara y le dirigiera una sonrisa.
Bien cierto es que no me privo de apreciar públicamente las muestras de educación que observo con un: “qué gusto, todavía quedan caballeros”, “unos chicos jóvenes educadísimos, gracias chicos” o piropos del estilo.
Jamás he perdido la confianza en la juventud y en las muchas personas senior que, en demasiadas ocasiones, muestran un comportamiento, cuanto menos, mejorable. Pero es el momento de resaltar lo bueno que vemos, por pequeño que sea, como medida de potenciación y objeto de imitación.
El ejemplo y el reconocimiento son grandes motivadores.
Séneca decía sabiamente: “habla para que yo te vea”. Con su permiso, amplío su recomendación a “habla, para que yo te siga”. 🙂