COMIDAS DE TRABAJO NAVIDEÑAS
Entramos en una época especial, caracterizada por celebraciones que tienen por objeto la búsqueda de la confraternización y el fortalecimiento de los vínculos con los amigos, los compadres y los compañeros de trabajo.
Los duros momento económicos que vivimos no evitarán la puesta en práctica de una tradición muy arraigada y apreciada en nuestro país: las comidas de Navidad. Probablemente variará la elección del restaurante elegido así como los platos y caldos a degustar. Me inclino a pensar que se rebajará la cantidad no la calidad de los mismos.
La complicidad existente entre algunos colegas con los que nos reuniremos puede no darse con otros; aún así, debemos respetar unas pautas de comportamiento que faciliten un desarrollo del ágape ameno, distendido, fresco y placentero que deje un grato recuerdo en nuestra memoria.
El proceder que nos garantiza disfrutar de una grata velada con los jefes, compañeros y conocidos es la firme intención de disfrutar del festejo; el objetivo de olvidar las diferencias o rivalidades que mantenemos con …; el propósito de respetar las jerarquías sin aprovechar la falsa cercanía que proporciona la conmemoración para un provocar una fingida confraternidad; el empeño en colaborar en la organización y preparación de los agasajos; la aceptación de las condiciones de la fiesta, en cuanto a localización, duración, selección del menú…; el sólido propósito de mantener la moderación en la comida y la bebida, es especial, esta última; y, no por último menos importante, la no adjudicación del papel de bufón que anime y entretenga a todos los asistentes a la fiesta.
Son unas sencillas pero exitosas recomendaciones que proporcionarán unas necesarias y bienvenidas horas de camaradería a la par que generarán una agradable rememoración de la celebración vivida y la ilusión de repetirla en las próximas Navidades.
Si nos vemos incapaces de relacionarnos con la mayoría de los asistentes al evento; de acatar los requisitos de participación; de primar la mesura en nuestra actitud; de cumplir la etiqueta requerida por los organizadores del acto; o de satisfacer los gastos que nos correspondan; lo mejor, sin lugar a dudas, es no asistir, declinar cortésmente la invitación para participar en la comida de trabajo navideña.