EL VESTUARIO DE LA MINISTRA
Un año más se vuelve a intentar desviar la atención sobre un detalle intrascendente ocurrido en la Pascua Militar, la etiqueta de la ministra. Por el contrario, se le atribuye la condición de mera anécdota al injustificable retraso del Presidente del Gobierno en la línea de saluda de la comitiva gubernamental situada en el Patio de la Armería, punto de arranque del solemne acto.
La Pascua Militares una ceremonia castrense que se celebra el 6 de enero en el Palacio Real de Madrid y marca el inicio del año militar. Consiste en un solemne acto, presidido por los Reyes y acompañados por los Príncipes de Asturias, al que asisten el Presidente del Gobierno y los Ministros de las carteras de Defensa e Interior, los máximos representantes del Estado Mayor de la Defensa, de los Ejércitos de Tierra, Armada y Aire, la Guardia Civil, la Hermandad de Veteranos y las Reales y Militares Órdenes de San Carlos y San Hermenegildo.
Carlos III de Borbón (1716-1788), Rey de España, Rey de Nápoles y Sicilia y Duque de Parma, Piacenza y Castro, implantó esta ceremonia en 1792 como conmemoración de la reconquista de Menorca a los ingleses, alcanzada por una armada francoespañola una década antes.
Acertadamente Esperanza Aguirre, con ocasión del mismo acto y acción en la celebración del pasado año, afirmó: “Cómo mujer que se dedica a la política, me indigna que sea motivo de discusión lo que nos ponemos, cómo nos peinamos o cómo nos cortamos el pelo; eso no pasa con los hombres”. Suscribo íntegramente sus palabras señora Aguirre como mujer que se dedica a una profesión que le apasiona: el Protocolo social, que, como todos ustedes saben, incluye entre los temas que aborda, la Etiqueta.
La etiqueta no distingue simplemente entre mujeres y hombres y en función del género en el que nos incluimos se deben seguir unas recomendaciones u otras. Me niego a englobar a todo el sexo femenino en un único tipo de vestimenta con independencia del cargo que ejerzamos o el estamento al que representemos, condicionantes fundamentales en la influencia de la idoneidad del traje a portar.
El sentido común y la adecuación a la realidad social en los que nos hallamos inmersos, en la que se incluye por primera vez a una mujer al frente del departamento de Defensa, demandan una evolución en la etiqueta y aceptar, de una vez por todas, que su indicación es una sugerencia nunca una obligación. Asaltos de otro calado e importancia afectos al Protocolo exigen nuestra atención, y no los pantalones, muy elegantes por cierto, de la señora Chacón.
La editorial de la Revista Internacional de Protocolo, en la edición número 49, ya reconocía que “en determinados actos de Estado la gala deba de pasar por el uso de unos trajes o vestidos que en los representantes públicos, en el ejercicio de su función, sólo hace que distanciarlos del pueblo”.
Con total honestidad he de reconocer que no acierto a imaginarme a la titular de Defensa enfundada en un vestido largo en un acto militar.