GRILLETES COMO SANCIÓN A UNA CHIQUILLADA
Leo, indignada, en el diario El Progreso que una niña norteamericana de 12 años ha sido arrestada por pintar dos pequeñas frases en su pupitre escolar. Alexa González, que así es como se llama la víctima de este castigo, dudo que ejemplarizante, quiso homenajear o proclamar al resto de la clase la felicidad que sentía por compartir la amistad de dos compañeras, posiblemente sus únicas amigas… “Quiero a mis amigas Abby y Faith”, fue uno de los enunciados; “Lex estuvo aquí. 2/2/10”; el otro. Por cierto, el rotulador empleado era de tinta lavable.
Los hechos sucedieron en una escuela situada en Forest Hills, en Queens, Nueva York. Policías de la localidad arrestaron y sacaron del recinto escolar a la pequeña… esposada, como lo oyen, no han leído mal, con los grilletes bien fijados a sus muñecas; desplazándola hasta un cuartel cercano donde permaneció por espacio de varias horas. Una vez que su asustada madre, Moraina Camacho, llegó junto a su hija, ambas se desplazaron a la Corte de Familia donde impusieron a la infractora la pena de 8 horas de trabajo dedicado a la Comunidad así como “un ensayo de lo que aprendió de la experiencia”, o pesadilla, como muy bien definió la desconsolada progenitora. La Unión de Libertades Civiles de Nueva York condenó el acto: lo que no me quedó claro es cuál de ellos reprobó…
¿No hubiera sido más una sanción más pedagógica, proporcionada y adecuada a la falta cometida explicarle a la protagonista de la pintada, de una forma serena y correcta, que ninguna de las funciones de su escritorio incluye ser lienzo de una obra pictórica, pedirle que procediera a su limpieza, y haber aprovechado la ocasión para impartir, a todo el alumnado, una instructiva y responsable charla sobre el cuidado de las dependencias y bienes del recinto escolar?
Me cuestiono cómo sería la reacción de los legisladores, los gobernantes o de las fuerzas del orden que llevaron a cabo la acción si la chiquillada la hubiera realizado uno de sus hijos, y les aseguro que no quiero entrar en el debate de si la raza latina de la autora del delito influyó en el tratamiento recibido.
Creo, con total honestidad, que la acción de Lex debe tener la consideración de chiquillada o niñería, no de gamberrada, abuso, atropello o… aunque la reacción que desencadenó evidenció lo contrario. Dudo mucho que la vergüenza y la humillación pública sea una sanción acorde al mal provocado y, por desgracia, marcará de por vida a una chiquilla que hasta el momento “tenía un buen record de asistencia a clase”.
Padres, representantes de la comunidad escolar, pedagogos, psicólogos, agentes del orden… estamos totalmente de acuerdo en que la delincuencia juvenil ha experimentado un más que preocupante ascenso y que muchos niños y jóvenes de hoy en día adolecen de obligaciones y compromisos y demuestran una dolorosa falta de respeto hacia las personas mayores, empezando por sus ascendientes.
Afortunadamente, también creemos que la solución está en la base fomentando la educación y los valores desde la más tierna infancia y ofreciendo ejemplo con nuestras acciones. Dedicación, atención, compromiso y paciencia son cualidades a desarrollar en el largo proceso de aprendizaje que les espera. Como bien defiende mi apreciado Javier Urra: los niños deben conocer el significado de la palabra” no” y escucharla las veces que sean necesarias. Deben aprender a frustrarse; es parte de su proceso de formación.
Nuestros jóvenes demandan autoridad, protección y unidad en las decisiones tomadas por sus progenitores, así me lo han manifestado los más de trescientos chicos que entrevisté para escribir mi libro dedicado a ellos: Protocolo social para jóvenes. Claves en la convivencia para ser una persona valorada. No compensemos la escasez de tiempo que les dedicamos a nuestros hijos, motivada mayoritariamente por compromisos profesionales, con la permisividad o el consentimiento total. Ofrezcámosles tiempo de calidad, estabilidad, responsabilidad, escucha y confianza y comprobemos los resultados.
Yo, apuesto por ellos.