CERCANÍA O VULGARIDAD
Darse a conocer, hacerse popular, deseo de agradar o interés en convencer suelen ser los motivos principales por los que sujetos con gran afán de protagonismo, desmedida ansia por formar parte de la panda de frikis que lamentablemente nos rodea (y que crece de manera imparable), carencia de autoestima o enojo rápido esgrimen como razones por las que se dejan llevar, de una forma premeditada o espontánea, por la emisión de exabruptos varios…
Tertulias, discursos, entrevistas, comparecencias, encuentros y ruedas de prensa son el escenario habitual de desencuentros dialécticos o, como me gusta describirlo (con pesar), donde mayores “patadas a la lengua” apreciamos.
“Abrirse de piernas”, “vete a cagar”, “en mi puta vida”, “menudo coñazo he soltado”, ”tonto de los cojones”, “dar una ensalada de hostias”, “manda huevos” o su versión “estoy hasta los huevos”… o calificativos y descripciones tan carentes de creatividad como de contenido del tipo: “joder”, “coño”, “hijoputa”, “gilipollas”, “imbécil”, “putada”, “mariposón”, “cagadas” y lindezas similares son expresiones no habituales pero si presentes en la oratoria de personajes públicos: políticos, artistas, deportistas, escritores,…
Personajes que crean opinión y son ¿ejemplo? para muchos de sus fieles e incondicionales seguidores, admiradores, votantes, simpatizantes, etc. Permitidme definirlas a todas ellas como exabruptos, incorrecciones, groserías, ordinarieces y mil términos más, del todo inaceptables.
El cine, la radio, la televisión, la prensa escrita, la publicidad incluso los coloquios se han impregnado de un barniz soez con la errónea creencia de acercamiento a su público. No debe confundirse veracidad, cordialidad y espontaneidad con chabacanería y zafiedad. Las preocupaciones laborales y las inquietudes sociales, intelectuales o espirituales son los argumentos esgrimidos en favor de la banalización y frivolización de todo lo que nos rodea.
No está de más recordarle a toda esta pandilla de sujetos que teóricamente nos representan en distintos ámbitos y escenarios, y a los que se les presume (amén de otras virtudes) conocimientos y educación, que la cortesía, la amabilidad y la delicadeza, valores actualmente en peligro de extinción, facilitan y crean sólidos amarres en los afectos y en las admiraciones, elevan la cultura y desarrollan la sensibilidad hacia el prójimo.
Como aconseja la primera regla de oro de la oratoria…
Piensa antes de hablar!! 😉