Algo habrá hecho…
No es un tópico gallego, es la penosa reflexión que realiza una cuarta parte de los jóvenes cuando una mujer es humillada, o agredida, por su pareja. Así lo muestra un estudio realizado por una entidad de la FAD, la Fundación Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, realizada a adolescentes y jóvenes entre 15 y 29 años: Jóvenes y género. El estado de la cuestión.
Análisis que revela la anticuada mentalidad que manifiesta una representativa cifra de españoles. Otras escalofriantes afirmaciones defienden, apoyados por porcentajes que van desde una quinta parte a un tercio de los encuestados, que “si la mujer maltratada lo aguanta, es porque le gusta la situación”, “la mujer, para tener una buena relación, no debe discutir” o “los chicos pueden tener varias relaciones, pero no al revés”. Al igual que su creencia de que “la violencia es un asunto familiar”.
Ignacio Calderón, director general de FAD, resalta el aspecto laboral, el rol sexual y la violencia de género, como aspectos en los que hay que avanzar, y defiende que la educación en valores es clave para el desarrollo de los jóvenes.
Pone Calderón la nota positiva, muy necesaria a la vista de este estudio, en la seguridad y confianza en sí misma que ha ganado la mujer, y la consideración de los hombres en la necesaria igualdad de sexos, en un terreno laboral.
Hace unos meses escribí un post, Retroceso femenino, en el que narraba las preocupaciones de maestros de secundaria ante las evidencias que día a día apreciaban en sus centros escolares, en el que anticipaba los resultados arrojados por esta investigación.
Esta noticia preocupante me ha hecho pensar en otra que escuché hace unos días, igualmente alarmante, en la que se comentaba la “moda” imperante entre jóvenes rusas: la preparación concienzuda para “cazar a un millonario”. Una inversión elevadísima que recuperan con creces (desorbitado sueldo mensual, vacaciones grandiosas dos veces al año, coche de lujo, etc.) una vez logrado su objetivo. Recuerdo que la premisa fundamental sobre la que debía asentarse la relación era “aparentar” ser una mujer frágil, necesitada de la protección masculina (al parecer, para fuertes ya están los hombres) y, por supuesto, prestarse a todas sus demandas…
Espero que estas cifras promuevan un profundo debate en la sociedad sobre la necesidad de formar a nuestros vástagos en valores, firmemente asentados en el respeto y la convivencia humanas.