Facebook, el confesonario de la Red
Felicidad, éxito y seguridad protagonizan los contenidos de Facebook. Todo es maravilloso, a todo el mundo le va bien y la indecisión no tiene donde acampar entre los usuarios de la reina de las redes sociales.
Llama la atención la confesión pública de un joven irlandés aquejado de depresión* desde hace una década haya sido aplaudida por miles de seguidores, “gente cariñosa y amable” definió el receptor de los comprensivos mensajes.
¡Qué mejor altavoz que Facebook!, la red “que lo cuenta todo”.
Imagen del artista Pawel Kuckzynski
Confesión pública, “una gran ayuda para romper el estigma y mostrar que realmente se preocupan por este tema”, cuyo objetivo es “contribuir a erradicar los prejuicios en torno a los trastornos mentales”.
El miedo a perder a los amigos, a que la familia se distancie, a descuidar el seguimiento de conocidos y desconocidos. El miedo a ser señalado como un espécimen raro, a pasar inadvertido, a la soledad, a… provoca que nuestras comentarios sean positivos y optimistas.
Soy una ferviente defensora de la privacidad de las personas, en medios físicos y entornos digitales.
Desapruebo los comentarios de personas que publican continuamente sus tristezas, pesares, dolores, abandonos, mala suerte y toda clase de infortunios, creyendo infundadamente que “dolor compartido es menos dolor”, que publicarlo a los cuatro vientos contribuye a su disminución o que su difusión favorece la adquisición de amigos.
Una de las reglas de oro de la oratoria moderna recomienda pensar antes de hablar. Apliquémoslo a las redes sociales…
¡¡Piensa antes de publicar!!
*Enfermedad que sufren unos 350 millones de personas en el mundo, según datos actualizados de la OMS, y una de las principales causas de incapacidad.