Esclavos de WhatsApp
Se supone que cuando mandamos un mensaje de WhatsApp recibiremos una respuesta inmediata o en un tiempo breve de espera.
La falta de respuesta a un mensaje generalmente genera angustia.
Una espera que desespera, y lleva a pensamiento negativos y desestabilizantes.
Incapaces de pensar que el destinatario de los “mensajes” puede estar ocupado, de muy diversas maneras: cumpliendo con sus responsabilidades laborales, manteniendo una conversación, jugando con sus hijos, leyendo un libro, dando un paseo, comiendo con amigos, meditando, durmiendo, etc.
Incapaces de imaginar que el destinatario de los “mensajes” puede: no querer contestar de forma inmediata, posponer la respuesta para otro momento, pensar sobre la contestación más oportuna, etc.
El cariño que se le profesa a otra persona, el interés en un tema concreto, la importancia de un encuentro, el entusiasmo por un proyecto, entre otras posibilidades, no se demuestra en el tiempo de respuesta de un mensaje de WhatsApp.
Tendemos a mediatizar nuestra comunicación, sustituyendo los contactos directos, cara a cara, por las relaciones virtuales, fáciles de mantener y desprovistas de riesgos y complicaciones.
Fuente: Visto por la Red
Nos hemos obligado, por decisión propia, a estar constantemente localizados, a dar cuenta de todos nuestros movimientos, a publicar todos nuestros pasos y a consultar hasta el más mínimo detalle de cualquier tema, por insignificante o crucial que sea.
Nos hemos obligado a estar disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año.
Nos hemos obligado a mantener una ¿conversación? online siempre que alguien la proponga, con independencia del asunto a tratar, la relación que mantengamos con esa persona, las ocupaciones que tengamos pendientes y las obligaciones diarias.
Nos hemos obligado a “estar siempre ahí”, conectados todo el tiempo, con independencia de la oportunidad de nuestra presencia.
Hemos permitido que las redes sociales “monitoricen” nuestras vidas.
¡Libérate de las ataduras voluntarias e innecesarias!!
Hemos cambiado nuestros hábitos vitales para conectarnos “cuanto más, mejor”.
Abandonamos la saludable actividad física.
Experimentados molestias físicas: fatiga ocular, dolores musculares, de cuello y espalda, etc.
Nos volvemos negligentes, realizamos nuestras funciones de forma mejorable.
Nos aislamos, alejándonos de los que están a nuestro lado para “acercarnos” a los que están lejos, o no conocemos.
¡Ponte límites!!
Evita comenzar el día controlando todo lo que ha ocurrido en WhatsApp durante la noche.
Cambia los hábitos de conexión, y restringe el tiempo que le dedicas a Internet.
Disfruta los momentos que pasas con tu familia, amigos y compañeros.
Dedica tiempo a una afición que te apasione.
De vez en cuando, apaga el móvil.
¡Retoma el control de tu vida!!
Pon la tecnología a tu servicio, no te pongas al servicio de la tecnología.
¡Vuelve a ser una persona libre!!