PROFESIONALIDAD DEL SECTOR DE HOSTELERÍA
En unos de los pocos días de descanso viajero que nos proporcionaron estas fechas festivas y por si las comilonas no presidieron lo suficiente tan señaladas datas, a mis hijas se les antojaron unas sabrosas coquinas, exquisito molusco bivalvo de excelente calidad y escasa producción; como soy una devoradora de arroz sugerí combinar los dos manjares y de esa forma todos los deseos, consumados.
Nuestro periplo dominguero comenzó en uno de los pocos lugares donde las citadas exquisiteces pueden degustarse: O Vicedo. Lamentablemente, el establecimiento que buscábamos había cerrado, “cosas de las crisis”, comentó algún viandante de la zona al interesarnos por el local.
Continuamos viaje hasta el puerto de O Barqueiro, donde nos aseguraron que podríamos encontrar el plato antojado. Curiosamente, todos los comedores estaban cerrados lo que nos obligó a continuar viaje hasta Estaca de Bares, el punto más septentrional de la Península Ibérica con unos acantilados y unas vistas impresionantes que sugiero visitar. Nos recomendaron un restaurante “donde va todo el mundo” en el que nos aseguraron que nuestro antojo sería satisfecho. No ofertaban coquinas, “va muy caro el kilo”, afirmó disculpándose la dueña del local pero si nos ofrecieron arroz de marisco que no dudamos en solicitar como segundo plato.
Otra de mis pasiones culinarias son los calamares de la ría, “los de verdad” como decimos aquí. De nuevo la señora afirmó tenerlos en carta, “de aquí mismo”, aseguró. Unos mejillones al vapor, completaron nuestra comanda.
¡Qué fracaso! Unas de las muchas exquisiteces que ofrece mi tierra son los pescados y los mariscos; desde luego, el restaurante recomendado no hacía honor a la localización escogida. Los calamares desconocían qué implica ser “de la ría”; ni el sabor, la textura o el tamaño indicaban tan valiosa procedencia. Los mejillones, manjar gallego por excelencia, insípidos y apagados, invitaban a descartar su cata y mi ansiada paella de mariscos, simplemente, “se dejaba comer”. Como no podía ser de otra manera, un buen caldo Rías Baixas subsanó, en lo que a bebida se refiere, la espantosa comida.
Lo peor del estrepitoso festín no fue la insuficiente calidad de los productos, imperdonable en mi generosa tierra gallega, ni la desafortunada preparación. La inexistente profesionalidad del servicio convirtió en grotesca la jornada festiva. El pan lo situaron en la mesa de al lado, vacía, al ser insuficiente el tamaño de la que ocupábamos, al menos esa fue la disculpa ofrecida; los cubiertos del primer plato los “tiraron” al mantel para ser aprovechados para el arrocito, y eso que no estábamos pidiendo un “menú del día”; el vino lo sirvieron a una temperatura deficiente y las servilletas, pequeñas y de papel. Por qué lado se sirve o se retiran los platos; la colocación de cubiertos, copas y platos en la mesa, el descarte de piezas descascarilladas o ajadas, la inexistente decoración de la mesa y el local o la vestimenta adecuada del personal de servicio son conceptos desconocidos para los propietarios del ¿restaurante? Si, comimos en un restaurante, no en una tasca, una fonda, una cantina, una taberna… pero lo único que hizo honor al nombre fue… la cuenta.
Abogo por la profesionalidad del sector de hostelería; un sector valorado, apreciado y practicado por muchos de nosotros. A quién no le gusta un saludo al entrar en el local elegido para tomar un…; una demanda de bebida o comida realizada con respeto y educación; unas recomendaciones hechas con conocimiento y criterio; un servicio cuidado y esmerado; una decoración que invite al confort y la comodidad donde la armonía entre las diferentes piezas que conforman el lugar (paredes, mobiliario, lencería, cristalería, vajilla…) presida la estancia; un trato atento y cortés; una indumentaria acorde con la categoría del local…
La cualificación del personal de hostelería debe ser un requisito indispensable para dedicarse a esta noble profesión. Ni todo vale ni cualquier persona puede dedicarse a la misma. Conocimiento, preparación y profesionalidad deben ser sus atributos.