EL RESPETO TE HACE LIBRE
“El respeto te hace libre. Es un valor que se adquiere” es el inicio del capítulo El respeto de mi libro Protocolo social para Jóvenes que bien se podría aplicar a la introducción de cualquier texto que tenga por objeto el conocimiento de unas pautas de comportamientos naturales, sencillas, lógicas y actuales que aporten seguridad a nuestros actos y mejoren nuestras relaciones sociales, que faciliten, en resumen, el disfrute de nuestro trato con los demás, en lugar de, lamentablemente, tener que padecerlo.
En una de las muchas charlas que mantuve con los estudiantes, previas a la escritura del manual, me enojé (tras someter a una dura prueba de resistencia a mi paciencia) ante la desconsideración que me mostraban así como falta de interés hacia un proyecto que les implicaba y que les ofrecía la oportunidad de hacerse eco de sus deseos, quejas, aspiraciones… Me cansé de escuchar a lo largo de todas las sesiones que mantuvimos: “queremos respeto de nuestros padres”, “demandamos respeto de los profesores”, “exigimos…”. La palabra respeto presidía todas sus demandas pero, curiosamente, no lo ofrecían. El día en cuestión, aún recuerdo el mal momento que pasé al tener que soltarles una reprimenda, les expliqué muy seriamente que exigían un respeto que no demostraban a los demás. Que si para ellos pedían respeto, primero debían ofrecerlo. Que si una persona no respeta, jamás será respetada. “Si tratáis mal, se os tratará mal. Porque cada uno recibe lo que merece” fueron mis últimas palabras antes de abandonar el aula, eso sí, en un silencio sepulcral que hasta el momento no había conseguido en ninguna actuación.
Hoy me han venido a la mente estas sesiones tras recibir un artículo que me ha hecho llegar una colega canaria en el que se anunciaba el cese fulminante del Delegado de Tráfico de Palencia, a escasamente dos meses de su jubilación, por denunciar las groserías plasmadas en las tarjetas de felicitación que la Subdirectora General de Formación para la Seguridad enviaba a sus subordinados, en el ejercicio de sus funciones, no a título personal. Aún a riesgo de vulgarizar este texto con los insultantes parabienes navideños, los reproduzco textualmente: “En 2005 «Feliz 2005 por el culo te la hinco», en 2010 «por el culo te la hinco otra vez» y en 2011, «Feliz año nuevo, chúpame un huevo». Sin comentarios.
El director general de Tráfico, Pere Navarro, justificó la destitución argumentando que el denunciante (de tan injustificable actitud) “había faltado el respeto a un superior y que por tanto había perdido su confianza en él”.
Señor Navarro, acaba de perder usted una magnífica oportunidad de demostrar que los cargos políticos están al servicio del ciudadano y deben ser los primeros en dar ejemplo de saber ser, saber estar y saber hacer. Ha olvidado la sabia premisa que afirma que el respeto dado se convierte en respeto debido. Y ha conseguido que los españoles perdamos la confianza en usted.
Me resisto a finalizar este escrito sin proporcionarle a la señora Cedenilla una serie de supuestos claro ejemplo de cómo se puede materializar el respeto. Conocer la labor que nos corresponde realizar; aceptar que no podemos saberlo todo y que cada día podemos aprender algo nuevo; descartar de nuestra expresión verbal y gestual palabras o ademanes soeces o difamatorios; suprimir maltratos, humillaciones o vejaciones; reprender con cariño y en privado… son solo algunas manifestaciones de una actitud deferente.
¡Ante todo, respetaos vosotros mismos¡ Si Aristóteles levantara la cabeza,,,