LA EDAD QUE SIENTO
No me podía creer lo que estaba leyendo: consejos para mantenerse joven de Katy Salinas, una mujer próxima a los 70 que aparenta varias décadas menos. Su secreto: utilizar crema antiarrugas desde los 11 años, realizar ejercicio varias horas al día todos los días de la semana, no exponerse a la luz natural, ni mucho menos la solar, dormir con faja de ballenas, jamás gesticular (incluye no sonreír), además de utilizar aparatos de masaje y de impulsos eléctricos y practicar la orinoterapia.
Reconocía esta “infeliz” no haber probado jamás el pan, las grasas o los lácteos y que vivir a dieta es “una forma de vida”. Por descontado, esta protagonista y su historia era un fake, una elaborada mentira “a golpe de guión y Photoshop”.
Katy es un personaje ficticio inventado por una artista española para generar conciencia crítica sobre el mundo de los consejos y trucos de belleza que circulan por la Red (sobre los que se basaron las prácticas de la protagonista) y que lamentablemente son recogidos por millones de mujeres a la procura del milagro que facilite la eliminación de kilos de forma rápida y sin posibilidad de volver a cogerlos….
Sentirse bien, contento con uno mismo es fundamental para una vida plena pero de ahí a vivir una existencia de feroz dedicación al culto a la imagen, me parece excesivo amén de producirme una pena inmensa.
Tengo que haceros una confesión: tras mi reacción de espanto e incredulidad, un pensamiento algo frívolo, pero real como la vida misma, me rondó fugazmente al pensar que jamás había probado el rico, sabroso, único y nutritivo pan: “no sabe lo que se pierde”. Os anticipo que siempre he mantenido que si me encierran en una isla desierta con un único alimento, escogería sin dudarlo el pan… de Lugo. No lo probéis, crea dependencia!!
Como mi admirada Mafalda defendía… “Yo te diría que más de media humanidad no pudo engordar ni un gramo porque no tuvo que comer, pero vos (a su madre desesperada por haber engordado) necesitáis consuelo, no quedar como una estúpida, verdad?”