La última moda en esta vorágine de cambios que rodean a tan señalada fecha es la aparición de las Listas de Comunión. Ofrecen la posibilidad de escoger y comprar, vía internet, entre una amplia selección de regalos efectuada por los progenitores de los jóvenes.
Soy firme defensora de aplaudir en público la labor bien hecha y recriminar en privado el trabajo mal realizado o los actos reprochables...
Ofrezco una pequeña lista de “horteradas” con el único propósito de contribuir a la distinción de la sociedad aún en épocas de relajación y ocio.
Con cierto asombro escucho en las noticias que las niñas británicas reciben clases de protocolo por si “un día se convierten en princesas”. Si ese es el caso, bastante quimérico por cierto, deben saber cómo comportarse correctamente, es la justificación que ofrecen para tal hilarante actividad.
Como buena gallega que soy, me precio de disfrutar, en mis vacaciones estivales, de la gastronomía de los lugares que recorro, encontrándome, además de las delicias y exquisiteces típicas de cada tierra, con reacciones, comportamientos o aptitudes que compiten claramente con las maravillas culinarias que degusto.
Se aproxima una fecha muy entrañable, la Navidad, caracterizada por los encuentros, o reencuentros familiares; las reuniones con amigos y compañeros de profesión; las luces que iluminan nuestras calles (y las ilusiones más escondidas); la belleza y representatividad de los adornos típicos en casas, escaparates, empresas e instituciones; la masiva ingesta de turrones, mazapanes y polvorones; las esperanzas depositadas en el popularmente conocido sorteo de la lotería de la salud; los firmes y positivos propósitos para el nuevo año; la ansiada llegada de los Reyes Magos (con sus cargamentos sorpresa), y la observación, y participación, en un sinfín de tradiciones populares y locales: el Apalpador (o Pandigueiro), en Galicia; el Arrastre, en Algeciras; el Olentzerro, en el País Vasco; o, el Tió, de Cataluña, entre otras.
“La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos”; el filósofo chino Confucio pronunció estas sabias palabras.
Hola. Me llamo Sara, tengo 19 años y soy estudiante de la Escuela Internacional de Protocolo y Relaciones Institucionales de Tenerife. Antes que nada, decirle, que me encanta su sección. El protocolo social es una de las partes del protocolo, que más me interesa y me llama la atención. Me gustaría hacerle una consulta, ya que todavía este concepto no me ha quedado muy claro, a ver si usted puede resolvérmelo: A lo hora de vestirse para una boda por la noche, ¿estaría mal ir vestida de negro? Muchas gracias.
¿Es cierto que el contexto en el que se ubique una persona condiciona su expresión gestual?
