Fondo y forma de la comunicación de nuestros representantes institucionales en la gestión del coronavirus
En la mañana del día 10 de confinamiento, día 12 para los gallegos, Pablo Vázquez Sande y yo analizamos las peculiaridades de la comunicación política e institucional, en el escenario del coronavirus, de Pedro Sánchez, Fernando Simón, Felipe VI y Alberto Núñez Feijóo en un webinar organizado conjuntamente por Cesuga University College y EF Business School.
Pablo introdujo la sesión explicando los cinco elementos contextuales que hacen de esta crisis una situación única en el ámbito comunicativo:
- La elección de múltiples portavoces.
- La lucha contra las fakes news.
- La privatización de los políticos.
- El combate por el prime-time.
- La gestión de un gobierno de coalición.
Tras esta introducción, ofrecí una base teórica para el análisis de los portavoces seleccionados antes de proceder a la valoración de las intervenciones seleccionadas. Cerró el encuentro una mesa de debate, moderada por Vázquez, en la que ambos ofrecimos nuestros puntos de vista a las preguntas planteadas.
Los discursos se leen y se escuchan.
Análisis de la escucha (comunicación oral) y lectura (comunicación no verbal) de los siguientes discursos:
- La declaración del Presidente del Gobierno del estado de alarma (14/03/2020) y el discurso en el que anunció la prórroga temporal del mismo (22/03/2020).
- Una valoración genérica de las comparecencias del director Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
- La intervención del Rey Felipe VI (18/03/2020).
- La declaración de la emergencia sanitaria del Presidente de la Xunta de Galicia (13/03/2020).
La extraversión, la afabilidad, la escrupulosidad, la estabilidad emocional y la apertura a la experiencia son los rasgos que predisponen al liderazgo y revelan la personalidad de un líder eficaz.
Liderazgo con una credibilidad asentada en dos elementos, la competencia y la sinceridad, que contribuyen a generar una impresión positiva y a incrementar su influencia.
La competencia refleja rasgos relacionados con la inteligencia, la eficacia, la creatividad; y se deduce del lenguaje fluido, el vestuario y de la información que una persona facilita de si misma.
La sinceridad se infiere de otro cuando se percibe ausencia de interés personal y de ausencia de interés por persuadir, y los testimonios de cámara oculta. Se relaciona con la honradez, la ética y la confianza.
PEDRO SÁNCHEZ
El presidente estaba muy nervioso segundos antes de iniciar su intervención del 13 de marzo: frunce los labios, sube y baja los hombros, mira rápidamente a puntos distintos, traga saliva y adelanta el tronco. Unos segundos que nunca debieron de haberse emitido ya que contagiaron la preocupación y el desasosiego que sentía.
Empleó una metáfora, popularizada por el general Franco, al principio de su discurso: “no nos va a temblar la mano para ganar al virus”. El tono sosegado de su voz contrasta con la inquietud que mostró durante primer minuto: sube las cejas, aprieta los labios (gesto que repite en numerosas intervenciones) y mueve ligeramente el tronco.
Las palabras claves fueron salud (una prioridad), medidas drásticas, unidad, responsabilidad y disciplina.
Alterna dos posiciones de sus manos: manos juntas con los dedos entrelazados y manos en campanario. La primera busca protección, aferrándose a uno mismo, y refleja intimidación por lo que se dice o hace. La segunda, quiere transmitir confianza, poder y seguridad.
A lo largo de toda la intervención se mostró incómodo. Se obliga a estar tranquilo, pero no contagia tranquilidad.
La lectura íntegra del texto, sin despegar la mirada de la cámara, resta emoción al discurso. Emplea un tono lento y calculado, lineal y plano. No enfatiza ni enumera las medidas adoptadas con las manos.
En varias ocasiones sintió fervientemente las palabras que pronunció, su mano cerrada adoptando la forma de puño así lo revelaba: al hablar de los mayores y al reconocer “la extraordinaria fortaleza de nuestro país”.
Hasta en 11 ocasiones pronuncia las palabras GRACIAS, dirigida a colectivos distintos, con un buen uso de los silencios, pero carente de emoción (la mano en el corazón lo hubiera logrado).
El discurso donde anuncia la solicitud de prórroga del estado de alarma muestra a un portavoz institucional fresco, despejado, claro, seguro y contundente.
Al igual que ocurriera en la declaración inicial del estado alarma, su introducción denota inquietud. Recurre al gesto manipulador de apretar los labios, a la vez que toca los papeles que tiene delante (lo hace en varias ocasiones a lo largo de su charla) pese a leer en cámara.
Habla con seguridad al expresar que:
- “El Gobierno trabaja conjuntamente con las CCAA para atender a toda la ciudadanía”,
- “Transmitir el convencimiento de que superaremos juntos esta situación”
- “Nos tenemos a nosotros mismos como sociedad, como comunidad”.
- “Esta crisis está sacando lo mejor de nosotros mismos como país”.
Palabras clave: medidas, sacrificio, anticipación, coordinación, colaboración y la solidaridad. Un discurso con la entonación adecuada y pausas controladas, adecuadas y oportunas.
Sus manos adoptan frecuentemente la postura del campanario, queriendo transmitir seguridad y poder, que separa para realizar gestos ilustradores y volver a la posición original. Es un gesto artificial que protagoniza todas sus intervenciones públicas.
Pese a reconocer verbalmente la labor de las distintas comunidades autónomas, baja la mirada cuando menciona “administraciones” y “consecuencias sanitarias”. No sabe, no está seguro, desconoce cuáles serán.
Reconoce impotencia y humildad al decir: “Ojalá tuviéramos el poder de hacer algo extraordinario y, al ejecutarlo, pudieran volver a la normalidad nuestras vidas de inmediato. Ojalá lo tuviéramos, pero no lo tenemos”.
Comunica de forma efectiva cinco nuevas órdenes y una decisión en respuesta a la crisis sanitaria, prorrogar el estado de alarma dos semanas más. Una decisión que le produce incomodidad: baja mucho la mirada y toca los papeles, pero mantiene el tono y la fluidez verbal.
La empatía protagonizó varios momentos de su discurso, especialmente al recomendar la contención de besos y abrazos a nuestros mayores, que pronunció con voz quebrada.
Concluye con un mensaje gratitud y firmeza: “vamos a resistir, vamos a salir adelante, no os quepa duda”.
Una comparecencia en la que transmitió confianza, credulidad, dominio de la situación. En contraste con el discurso sin esencia de la noche de la noche anterior (21/03/2020), en horario de máxima audiencia. Un discurso de justificación. Un discurso sin mensaje.
FERNANDO SIMÓN
Simón es médico y epidemiólogo, un referente en salud pública, un experto cualificado para informar de la crisis sanitaria, sus efectos y medidas para afrontarla.
Ofrece una imagen -atuendo informal- similar a la de cualquiera de nosotros. Presencia que facilita la conexión con los ciudadanos.
Su narrativa es sencilla y directa, y sus explicaciones claras. Su lenguaje no incluye tecnicismos; su dicción es segura y su tono frente a la cámara es tan tranquilizador como didáctico. Modula la voz y recalca las palabras clave.
Una comunicación oral consistente con una comunicación no verbal sosegada. Una persona de expresión facial afable, sin rastro de miedo en su rostro.
Un portavoz cauteloso, sutil en las formas, con modales que genera una credibilidad muy necesaria en esta situación tan excepcional como alarmante.
FELIPE VI
El monarca ofreció su discurso de pie delante de un atril, en contraste con la mayoría de sus intervenciones, poniendo de manifiesto la gravedad de la situación. Una comparecencia enmarcada en una escenografía cotidiana y sencilla, ¿oportuna?, que mostraba una puerta, tras él, abierta a la esperanza, y un muro, al fondo, que nos sostiene.
Ofreció un discurso serio, encorsetado y frío con una gesticulación ensayada acompañado de una mirada directa y controlada, con momentos de impacto emocional coherentes con el mensaje y un buen uso de las manos -mano en el pecho (gesto emblemático) y puntualización con los dedos (gesto ilustrador)- y de los silencios.
Buscó cercanía pidiendo permiso para hablar, al principio de su intervención, y a través de primeros planos en el agradecimiento a sanitarios y cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
Palabras clave: esperanza, gratitud, adaptación, orgullo de país y victoria.
Está convencido de que “España recuperará su pulso, su vitalidad, su fuerza”, sus manos como puños lo reafirman.
Cierra su intervención con un mensaje de optimismo, esperanza y fuerza: “Gracias a todos. Ánimo y adelante”.
¿Era oportuno el momento escogido para su discurso? No, al comienzo de la crisis hubiera estado más justificado.
¿Fue correcto no comentar la herencia del padre? Si, hubiera desviado la atención de lo que de verdad importa en estos momentos: combatir al bicho.
ALBERTO NÚÑEZ FEIJÓO
La noche del viernes 13 Núñez Feijóo declaró la situación de emergencia sanitaria en Galicia, con mensajes claros y entendibles y un lenguaje legible, reconociendo “un negro panorama ante la crisis del coronavirus”.
Pocos gestos ilustradores -mano derecha sobre el atril, mano izquierda pasando páginas- mientras lee su discurso en papel. Lectura que no impide que mire frecuentemente a la cámara, donde estaban los destinatarios de los numerosos datos, medidas adoptadas y recomendaciones que ofreció. En el turno de respuesta a las preguntas -sin filtros- formuladas por los periodistas, incluye los gestos ilustradores en su lenguaje gestual.
A lo largo de su intervención recoloca las gafas varias veces. Un gesto adaptador inconsciente que busca gestionar sus emociones (relajar la tensión o tranquilizarse).
Feijóo ofrece una comunicación directa con una duración temporal exacta. No sobran minutos en su intervención. Un portavoz muy técnico -propuestas y resultados de gestión, desarrollo de la crisis, indicadores de actuación, etcétera- al que se echa en falta una dosis más elevada de empatía, que incrementaría la cercanía con los ciudadanos al otro lado de la pantalla.
Un representante seguro, comprometido con el papel que le toca ejercer, que reconoce temores e incertidumbre y un objetivo concreto, en beneficio de todos los gallegos: “Intentar conseguir, si es posible, que el virus avance con menor progresión en esta comunidad autónoma”.
Palabras clave: lealtad (con las directrices gobierno central), coordinación, sacrificio, confianza en su pueblo y en los profesionales sanitarios. Su expresión seria, coherente con el discurso y las medidas anunciadas, le otorga credibilidad.
Un discurso, con inflexiones de la voz y silencios breves y estudiados, alineado con las acciones y medidas ejecutivas puestas en marcha.
Cierra su discurso con un mensaje de confianza, en su pueblo y en su institución: “Confío en el compromiso de todos. El compromiso de la Xunta de Galicia está garantizado”.
¿Estamos asistiendo a un liderazgo eficaz de nuestros representantes institucionales?
Algunas de las descripciones, escogidas por los asistentes al Webinar Cesuga, para describir en una palabra la gestión de la comunicación de los principales representantes institucionales fueron:
Incompetencia
Intensa
Improvisación
Incongruencia
Desorientación
Descontrol
Dispersa
Protagonista
¿Estamos asistiendo, con escasas excepciones, a un liderazgo eficaz en la gestión del coronavirus? No.
Nuestros representantes institucionales son protagonistas de una prosa política desafinada.
A la hora de trasladar información sensible a los ciudadanos, formas y fondo juegan un papel fundamental.
Estamos ante una crisis sanitaria y una crisis de comunicación.
Me parece un tema muy interesante